A ritmo de rock

Una leve canción resuena estridente en mi cabeza. No necesito agarrarme, el abismo no está, tan sólo mi avaricia. Cuando nada vale nada todo pierde su sentido, como si de una tumba abierta se rieran cuervos a su alrededor. Ahora sí que es difícil empezar a cosntruir la casa por el tejado. Lo demás no se oye, sólo un rumor conocido del uno al otro confín mientras las calaveras rojas esperan una carta de un bar perdido en la memoria en una ciudad que nunca existió. La primavera ha muerto, y la ilusión olvida la luna a cada momento, como una burbuja de cristal en la que poder gritar con una guitarra oxidada por la lluvia.
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