Cursor by www.Soup-Faerie.Com Crónicas de una hoguera: Hoy he matado un hámster

Crónicas de una hoguera

martes, enero 27, 2009

Hoy he matado un hámster

Acabo de hacer una locura propia del más incauto de los dementes: he matado a mi hámster. Muchos pensarán que, aunque atroz, no es para tanto, que sólo era un ratoncito… muy bonito, gracioso y todo lo demás, pero ratón al fin y al cabo. Pero para mí, ese ratón significaba más que mi vida, más que mis sueños, todo lo que hubiera querido ser, se encontraba tras sus bigotes… y he acabado con su vida.

¿Qué cómo fue? Para eso tengo que contaros mi particular día, creo que será lo mejor mientras llega la policía para levantar el cadáver. Todo comienza esta mañana, a eso de las 6, nada más amanecer. Todo estaba en penumbra, silencioso, inmutable… aquellos momentos en los que la respiración y tú sois una misma cosa y cada vez que coges aire te ahogas por el tremendo ruido que haces. Pues bien, esta mañana me he levantado, tranquilamente, sin prisas… tiré el trozo de pizza reseco por el fregadero y me dispuse a tomar mi habitual desayuno: leche con mostaza, huevos fritos y trozos de papel de estraza. Sí, ya sé que no está muy bueno, pero así el resto de cosas que se tomen durante el día saben a gloria.

Después de desayunar, me dirigí a la lavadora, allí estaban los calzoncillos del mes anterior y, como ya estaban aireados, me los puse de nuevo, ya los lavaré cuando tenga más ropa sucia, no hay prisa. Un pantalón tipo chándal y una camiseta blanca con una foto de “los pecos”. No es una vestimenta muy ortodoxa, pero cuando me arreglo un poco en Navidad, todos se quedan sorprendidos y soy el alma de la fiesta. Me lavé la cara con la toalla. Me han vuelto a cortar el agua, así que tuve que conformarme con limpiarme un poco y alisarme el pelo con champú, eso sí con Aloe Vera que hay que cuidar el cabello.

Ya estaba listo para salir de casa cuando justo antes de tocar el picaporte, van y llaman a la puerta. Debo reconocer que me da mucho miedo que llamen al timbre, significa que alguien sabe que vivo en mi casa, y eso me asusta… tanto control sobre alguien no es bueno, no puede serlo. Así que cogí el bate que tengo tras la puerta para estos casos y tan pronto abrí, me di cuenta de que era una chica, guapísima, rubia y de ojos azules. Según me dijo, estaba vendiendo su hámster, ya que se iba de viaje y no quería que cayese en malas manos, pero tampoco se atrevía a abandonarlo. Invite a la chica a pasar, ya que me parecía muy curioso que se fiara de los extraños con tanta facilidad.

Quise ofrecerle un desayuno, pero pensé que el batido de leche, mostaza y huevos fritos no tenía que gustarle demasiado, por lo que desistí. De pronto, pensé en los miles de desalmados que podría encontrarse detrás de las puertas, así que accedí a comprarle el hámster. Era pequeñito, blanco con una mancha muy graciosa de color negro en el lomo, y me miraba muy fijamente.

- Le has caído bien- me dijo la chica.
No podía dejarla ir y que le pasara algo en su viaje, era demasiado confiada. Pero ya le había comprado el hámster y no tenía nada con lo que convencerla, así que hice lo único que podía hacer: le di con el bate de béisbol en la cabeza, así no sufriría por algún desaprensivo que quisiera hacerle daño.

Ya no se movía, pero no quería que cogiera frío, últimamente refresca mucho al amanecer, así que la arropé y le di un beso en la frente para consolarla, aunque ya estaba a salvo conmigo.
En esto estaba cuando volvieron a llamar a la puerta: su amiga. Estaba extrañada que tardara tanto en vender un hámster, así que estaba llamando puerta a puerta buscando a su amiga. En cuanto abrí, su boca se descolgó, supongo que porque vio el hámster, porque el bate estaba casi limpio y apenas quedaba un charco de sangre delante de la puerta. Parecía que iba a gritar, así que tuve que darle con el bate. La verdad es que no quería hacerlo, pero me dolía la cabeza y no soporto los gritos por las mañanas. Además, me molestó bastante limpiar el bate de nuevo, ya estaba limpio y me molesta tener que repetir las cosas.

Y me quedé mirando a mi nueva mascota, el hámster, mientras me quitaba la ropa y la tiraba dentro de casa. Seguía con la puerta abierta, pero es que no entiendo dónde está el problema: al que no le guste, que no mire, pero no tengo que esconder ni sangre ni nada… como si nadie se cortara alguna vez, no sé qué pasa con los charcos de sangre… son como cortes grandes, sólo eso.

El hámster me estaba mirando, tranquilo, fíjamente… y me di cuenta de que no tenía comida para él. No podía darle leche con mostaza, eso no es comida de hámster, así que cogí un par de cucarachas que estaban un poco estrujadas por la puerta del frigorífico y se las ofrecí. Nada. Así que pensé que si no podía ofrecerle nada de comer, al final sufriría. Y no podía permitir eso, así que cogí su cabecita y se la retorcí un poco. Fin del problema para él.

Parece que mi vecina la cotilla estaba mirando por la mirilla, porque en apenas estaba gritando detrás de la puerta algo de haber matado o no se qué… no lo entiendo. Y venga a gritar, no soporto los gritos. Cogí el bate de nuevo y reventé su cerradura, quería pedirle que se callara. Pero en lugar de atender a razones, se puso a gritar más fuerte. Así que tuve que darle en la cabeza.

Y aquí estoy, esperando a la policía a que venga a por el hámster, a ver si tiene un entierro digno. Mientras estoy haciendo un poco más de batido para ofrecérselo a los agentes, seguro que les apetece un poco…

3Comments

  • Sólo decirte, que aún me sigues sorprendiendo, y ya sé que para tí las cosas son más importantes de lo que puedas decir.....

    besitosss de una rubia....

    By Anonymous Anónimo, at 6:07 p. m.  

  • Me gusta que me sorprendas con relatillos así.

    Improvisaciones (que ya van haciendo falta),

    a dreamer.

    By Anonymous Anónimo, at 9:38 a. m.  

  • Me ha gustado un montón, no sabía que podías escribir tan bien la novela negra. Por lo que veo decidiste dominar la palabra escrita y poco se te resiste desde entonces. Aprendo contigo...

    By Blogger Bk, at 1:30 p. m.  

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