Por siempre nunca

Duele pensar que la noche sea tan larga. No amanece, salva. Ese abrazo protector desaparece cuando despierto y la realidad me sacude hasta reventar de silencio. Notas dormidas resuenan en mis oídos en el colchón como si en cada sueño no tuviera memoria, que vale todo con tal de respirar hondo en lo alto de una montaña cubierta de fina hierba. Ni una palabra, la saliva cuesta tragarla más de lo habitual, y una espesa niebla me invita a desaparecer en sus brazos sin ojos inquisidores. Punta de plata, corazón de madera, las sombras revolotean más y más alto sin que pueda coserlas a mis zapatos. Todo borroso, chirriante en la sangre de mi cuello como si de una hoja oxidada se tratase. Laberinto de ruidos y locuras, improperios apagados en una taza de café.
1Comments
me dejas un poco descolocada, no sé si hablar de efectos etílicos o de alma rota..., en cualquier caso, bien me hubiese gustado decir lo mismo, con las mismas palabras, con la misma disyuntiva...
aquí, queriéndote siempre
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clementine-amelie, at 4:13 p. m.
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