Cursor by www.Soup-Faerie.Com Crónicas de una hoguera

Crónicas de una hoguera

martes, diciembre 05, 2006


Navegando por un patio de luces escondido entre jaulas de barro y alcohol, un velero arría su mayor, mientras el combate enfermiza.
Alguien destaca sobre todos los demás. No es el capitán, ni siquiera tiene un puesto importante en la escala de mando. Es un viejo piratilla del tres al cuarto, medio ciego y cojo por un antiguo descuido en un duelo de espadas. Aún así, su sabiduría y valor le preceden allí donde va. Su porte, desdeñable, parece imponente para los que conocen la historia del viejo lobo de mar. Ese viejo lobo que desanda sus últimos pasos para retirarse en una escondida isla en el Pacífico. Éste será su último combate. Después de vencer, se rebelará contra su capitán, un petimetre que no tiene percha de pirata, de lo que es un pirata de verdad, de los de valiente corazón y honor entre iguales. Se impondrá con su reducido grupo de seguidores y los tiburones tendrán un nuevo juguete por un rato. Su sonrisa pícara domina la batalla: sangre y miembros mutilados caen aquí y allá. Su honor está cerca, sólo un poco más.

Un escalofrío recorre su espalda, como si un trozo de su corazón no existiese. Un reguero de sangre baja por entre sus piernas, un cobarde se ha cobrado su víctima, por la espalda. Ya no habrá isla, risas ni descanso. Una lágrima recorre su mejilla. De pronto, una voz resuena a lo lejos: es su madre, ya es la hora de la comida. Varios niños dejan sus espadas de cartón y gorros de papel y se sientan a la mesa.
Nota el frío en la mano: abre los ojos y ve a su perro que le lame la mano, ya es la hora. Otro día más sin llegar a comer nada: quisiera ser un niño pirata. Coge su botella de vino, se echa sobre unos cartones y empieza a imaginar que juega… que vive.
Una pulga muerde su pata, despierta sobresaltado. Su dueño sigue ahí, entre cartones: ojala pudiera vivir más allá de su sueño de ser humano. Podría coger es vieja espada de plástico que su dueño encontró ayer en el cubo de la basura. Algún niño se habría cansado ya de ella.

1Comments

  • Sentenciado estoy a muerte!
    Yo me río
    no me abandone la suerte,
    y al mismo que me condena,
    colgaré de alguna antena,
    quizá; en su propio navío
    Y si caigo,
    ¿qué es la vida?
    Por perdida
    ya la di,
    cuando el yugo
    del esclavo,
    como un bravo,
    sacudí.

    Que es mi barco mi tesoro,
    que es mi dios la libertad,
    mi ley, la fuerza y el viento,
    mi única patria, la mar.


    Para mí tú bien podrías ser la versión prosaica del gran Espronceda... Nunca pares.

    By Blogger Ada, at 2:28 p. m.  

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