Navidad de acero en las calles de Badajoz. Hoy todo parece frío a mi paso, hasta el calor del sol se me hace de piedra al roce con mi cara. A mi alrededor un grupo de niños ríe alegre, inocentes testigos de un asfalto que me traga poco a poco cada día. No quedan palabras, sólo gotas de lluvia que rompen mis venas con cada tormenta. Atrás circos y carretas, delante ferias y fiestas… da igual hoy y ayer, ayer y nunca, nunca y siempre… como si el repiqueteo del reloj estrujase mi mente a cada segundo. Y no puedo hacer nada, sólo huir. Huir como nunca antes lo había hecho, huir de verdad. Ocultar la mirada a los hados del bosque y perseguir el vuelo de la hojarasca de otoño en un viaje huraño y apacible.
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"... huyo para escapar de lo que debo
a la vida que no fue ni acaso importa
que merezca la pena. me moría.
la emoción del paisaje me la llevo
y al hombre que me implanta y me soporta
Y AL MILAGRO DE HUIR DONDE VOLVÍA" (j.d.valhondo)
"huye, que sólo el que huye escapa", don fray luís
todos los caminos,
clementine-amelie
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Anónimo, at 12:05 p. m.
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