Cursor by www.Soup-Faerie.Com Crónicas de una hoguera: El palo en el descampado

Crónicas de una hoguera

miércoles, abril 23, 2008

El palo en el descampado


Ayer paseaba, tranquilamente, como si no tuviera que llegar a ningún sitio: anduve por lugares que no conocía, y ahora pienso que a lo mejor ni siquiera existían. Llegué a un descampado despojado completamente de árboles, césped o cualquier tipo de hierbajo, el terreno denotaba un marrón arcilloso que relucía muy por encima de lo que me podría parecer normal, aunque no le di demasiada importancia. Pero sí hubo algo que me llamó la atención, algo que podría haber cambiado mi vida. Ahí, justo a mis pies había una pequeña rama, demasiado recta para que la naturaleza la hubiera parido y demasiado imperfecta para que la mano del hombre la hubiera tallado. El color parduzco que la cubría dejaba sospechar que llevaba ahí tirada mucho tiempo.

Me acerqué y la cogí entre mis manos, curioseando cada uno de sus nudos, pasando la yema de los dedos por sus imperfecciones, casi como un ritual que hubiera aprendido mucho antes de darme cuenta de ello. Y comencé a juguetear con ella, blandiéndola como una espada para batirme en duelo con un enemigo invisible. De repente, un cosquilleo recorrió mi cuerpo. Empezó en la mano, subiendo por el brazo para terminar en mi pecho. Notaba como si mis pulmones se llenaran de fuego, pero no quemaba, era cálido y acogedor.

Y justo cuando parecía que me iba a explotar el pecho, un chisporroteo nació del extremo de la vara. Poco a poco, la luz de las chispas se iba condensando más y más, como si hubiera algo que la retuviera ahí, justo en la punta de aquella extraña rama. Todo ocurrió muy rápido: las chispas dieron paso a una luz plateada que formaba una gran bola que iba creciendo más y más…y de pronto, vi salir algo de entre toda aquella luz que, aunque sorprendentemente potente, no resultaba cegadora, ni siquiera molesta. Primero fueron unos cuernos, y éstos dieron paso a una cabeza, una cabeza de un animal que parecía luchar por salir de aquella luz. Segundos después, el ser de luz había abandonado la bola y se encontraba frente a mí, mirándome fijamente a los ojos, como escrutando cada pensamiento que pasaba por mi mente. Me encontraba petrificado, confuso por todo lo que estaba ocurriendo. El ciervo inclinó su cabeza, me dio la impresión que era una reverencia, y sin saber el motivo, le respondí de igual modo. El animal giró sobre sí mismo y se alejó galopando. Hubiera jurado que alzó el vuelo, aunque la luz del atardecer no dejaba ver en esa dirección.

Tras esto, la bola de luz desapareció, como si fuera absorbida por la vara. Y la enterré, allí donde la hubiera encontrado minutos antes, donde tuve la oportunidad de sentirme más vivo que nunca, donde juré que volvería a buscarla cuando estuviera preparado.

2Comments

  • UUUF!! Te has pasado nene! jajaja. ¡me ha encantado! Ya quisiera yo encontrar una vara como la que tú has encontrado y sentirme lo suficientemete preparada como para no desprenderme de ella ni de su mundo el resto de mi vida... ¡Daría lo que fuera por tenerla y vivir con ella felices momentos! ¿Me acompañas? Seguro que algo se nos ocurre hacer que no sea propio de nuestra vida... Vuelve pronto a por ella, si es que se deja encontrar...

    By Blogger Ada, at 7:45 p. m.  

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    By Anonymous Anónimo, at 2:59 p. m.  

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