
Nunca contesto a comentarios ni sugerencias en este blog, por política de empresa. Prefiero dejar que sean los visitantes quienes interpreten libremente mis palabras, al igual que no tenemos al autor de un libro junto a nosotros para que nos guíe la lectura. De todas formas, en esta ocasión haré una excepción… y de ahí este post.
No sé lo que busco, quizás nada, incluso puede que busque pero sin esperar nada, aunque ni yo sé lo que es. Pero tengo claro que ni siquiera lo he imaginado aún, lo que me supera cada día. A lo mejor, puede estar bajo mi piedra, o quizás en la cara oculta de la Luna, quién sabe si se esconde en lo más profundo de ese bosque que tantas y tantas veces he imaginado a mi alrededor… no lo sé, y eso me asusta. No espero nada, tan sólo porque no hay nada que esperar, por muy amargo que suene. Es a lo que suele sonar la verdad, y esto no iba a ser una excepción.
Puede que el demonio que llevaba esté terminando de comer lo poco que quedaba dentro, o incluso es posible que nunca haya tenido nada dentro y la inercia hiciera parecer lo contrario, quién sabe. No me gustaría pensar en eso último como la única verdad, sería una desilusión para alguno que otro.
De todas formas, sé de sobra que todo esto suena pesimista… nada más lejos de la realidad. Tan sólo el miedo se ha perdido, y lo demás fluye sin traba alguna: es el baile de las maravillas. Maravillas que he vivido, que seguro viviré y algunas que me perderé, no se puede tener todo lo que se desea, aunque se piense lo contrario. Al final, todo es lo mismo, sólo importa el ahora, y el ahora muere en seguida. Así que salud por muchos años para todos, voy a sentir un poco de vida más allá de mi mente. Pronto volveré, no se cómo ni cuándo, pero por seguro lo haré. Hasta entonces… nos vemos en los bares.