Cursor by www.Soup-Faerie.Com Crónicas de una hoguera: julio 2008

Crónicas de una hoguera

miércoles, julio 09, 2008

Gracias a la princesa

“No hubo atardecer, copas ni vino, y la mirada de niño se diluye en cada truco de Magia que veo con cuerdas y dobles. La imaginación no tiene sentido”.

Anoche estaba escribiendo estas palabras desde la cama cuando sentí la necesidad de tirar el bolígrafo lo más lejos posible. Me estaba dando una tregua. Hace años que no tenía esa sensación, y la verdad es que me pilló por sorpresa. En cualquier otra ocasión seguramente lo habría achacado al cansancio, al sueño u otra excusa que me valiera para engañarme, pero resultaba demasiado evidente que eso no podía ser otra cosa que despertar. Siempre he dejado que jueguen conmigo, como si no me importara hacerme daño, incluso como si me gustara que lo hicieran, pero creo que ya es hora de plantar cara a la vida, apartar mis miedos y respirar hondo por una vez. Puede que sea tan sólo la pataleta absurda de un sonámbulo, pero creo que podría hacer que fuera realidad. Muchas veces mi boca decía que sólo hay que querer algo para que estuviera al alcance de la mano pero, aunque era yo el que movía los labios, nunca me lo creí del todo. Ahora sé que es posible, que soy mucho más fuerte de lo que creemos, Que por una vez mi estúpido orgullo sirva para estar orgulloso de mí y no avergonzarse de nada de lo que piense o haga.

Siempre he buscado la Magia ahí fuera, incluso hubo una época en la que llegué a verla, a sentirla, a respirarla. Ahora todo eso se acabó, desinflando mi vida hasta convertirla en un vagabundo de semanas… y el problema estaba ahí, sencillamente. No hay que buscar la Magia ahí fuera, sino dentro de nosotros. Por supuesto que existe la Magia ahí, pero es un puro reflejo de lo que tenemos dentro, la fuente de poder más grande de la Naturaleza, y seguimos sin conocerla.

Por eso he decidido ser yo, tomar las riendas de mi carro alado, porque no hay un caballo malo o bueno, sino es el propio auriga el que etiqueta a cada uno con su propia idea del bien y el mal. A partir de ahora mis caballos no tendrán más etiquetas que las que yo decida crear.

Las palabras de una princesa me han servido para enmarcar todo esto en un halo de verdad, y nunca sabrá cuánto se lo agradezco. Por eso me gustaría gritar al viento y asustar al pasajero, no está todo perdido: ahora empieza lo bueno.