En esta entrega hablaremos de un tema un tanto escabroso: la reencarnación. Pero no en el sentido típico y tópico de la palabra. No de la reencarnación que postula que para renacer indefectiblemente se debe morir. Dejando de lado este concepto, sobre el que ya opinan de sobra todos los “ismos” religiosos de la humanidad, quisiera centrar la lección de hoy desde la óptica del gran filósofo F. Von Braun que, por desgracia, es desconocido hasta la fecha por el público asistente a estos seminarios blogerianos.
¿Qué es entonces la reencarnación? En contraposición con la concepción clásica, no se contempla la muerte como cambio y renovación hacia una vida nueva, sino que es la propia vida la que se somete a esta renovación para no caer en lo que Von Braun califica como la “no muerte”. El ser humano, al embarcarse en esta “no muerte”, involuciona a un estado cuasivegetativo. Aunque aparentemente normal, interiormente el individuo experimenta una autodestrucción, que somatiza lentamente hacia el exterior en una pasividad que podríamos definir casi hierática. Entenderíamos de esta forma la “no muerte” como una muerte en vida, en el sentido romántico de la palabra.
Como el lector ya habrá observado, esta conducta debe evitarse a toda costa. Para ello sólo hay un método eficaz, que culmina en una inversión del proceso: la reencarnación. Este método, sencillo a la postre, se relaciona de manera íntima con la terapia PeterPaniana que, por razones de espacio, obviaremos su explicación desarrollada ya anteriormente. Debemos creer en la Magia, niños adultos, rehacernos cada noche para nacer al despertar y saber que seguimos teniendo un Yo, que seguimos vivos. Si se siguen de un modo correcto y ordenado estas escuetas pautas, se producirá un eterno renacer día a día, una seguridad plena ayudada, sin duda, por la secreción de endorfinas que se liberan para el cerebro, traduciéndose en una agradable sensación de tranquilidad, bienestar y felicidad.
Así pues, siguiendo las enseñanzas del maestro Von Braun, ¡reencarnaos! Reencarnaos en cualquier cosa. La única norma es que esa cosa en la que lo hagáis seáis vosotros mismos.
