Cursor by www.Soup-Faerie.Com Crónicas de una hoguera: mayo 2008

Crónicas de una hoguera

martes, mayo 27, 2008

Viento


Viento, frío, hojas, humedad, lluvia, charcos, silencio, noche, farolas, tranquilidad, parque, grito, dolor, ahogo, corazón, temblar, lágrimas, soñar, volar.

Buscando la luna en cada rincón a la luz de un redoble de una caja encontramos una tranquilidad muerta. Los años nunca pasan en vacío, y hoy menos que nunca siento cada día como una punzada en mi estómago, una punzada que agradezco sin dejar de llorar. Antes todo era más fácil, no había un ritmo que seguir más allá del que oía en los rincones llenos de antifaces. No conseguí olvidar el rosa, azul y amarillo, aunque estuviese sepultado por un ritmo de pasodoble incompleto. Cada año ahora es diferente, nunca hemos fallado, aunque lloviese entre nosotros siempre estábamos ahí. Ahora me siento mudo, con nudos en mis dedos que impiden escribir y una mortaja que amordaza mis nervios cada noche cuando sólo te veo en sueños.

Porfío, gimo, olvido, unto, rasgo, invado, busco, lloro, lamento, lucho, aturdo, esquivo, nado, ruedo, cavo, mato, asolo, omito.

miércoles, mayo 21, 2008

Al fondo de la sala


Desoyendo almas, devorando vidas, desanimando risas. Todo es un baile en el que da igual la música con tal de seguir moviéndose. El que se para se rinde, y el que se rinde muere, no hay vuelta atrás, no hay segundas oportunidades. Al fondo suenan violines de acero que tocan una melodía apagada cada noche, y la penumbra lo envuelve todo, desde el abrazo hasta despertar con una mirada clavada en ti.

Un papel se arruga más de lo normal cuando está mojado con lágrimas. Está salado, quebradizo, callado… como si no quisiera despertar de un sueño en el que las palabras tiñen de negro la noche. Y sigo dando vueltas en la cama, cada vez más grande, cada noche más desolada, cada mañana más vacía.

Me pregunto el porqué, y no encuentro respuesta. Quisiera saber tantas cosas que no tendré tiempo a preguntártelas nunca, y eso me esposa a mis sueños más fuerte que cualquier cadena. Ayer llovió y me acordé de ti, comiendo un helado bajo la lluvia que resbalaba por tu cara, y me desperté empapado, sé que estuve allí, sentí tu mirada, vi tus manos, acaricié tu espalda. Estuve y se esfumó, llegué y te volví a perder. Hoy volveré a soñar contigo, y estarás esperándome, muy lejos, al fondo de la sala.

viernes, mayo 16, 2008

Lo que la verdad esconde

Insensibilidad, esa es la palabra. No hay nada alrededor lo suficiente emotivo como para que haga girar mi cabeza. Supongo que es percepción mía y sólo mía, que un latido siempre es un latido, por muy bajo que se oiga pero, aún así, el frío no me toca, el calor no me acaricia, las hadas no me miran, los duendes no me hablan.

Siento como si todo se redujese a simple química, complejas reacciones de millones de moléculas jugando entre sí con un movimiento marcado por el universo que lo envuelve todo. Y en medio de ese remolino negro de energía hay un pedazo insignificante preguntándose el sentido de la vida… ¡inocente! Ni siquiera la inocencia existe, todo es casualidad, nada tiene sentido porque el sentido simplemente no es.

Llegará un momento en el que todo volverá a ser igual, y se repetirá una y otra vez hasta que el universo diga basta, y eso no ocurrirá porque no está vivo, nada lo está. Sólo materia y ya está.

Algunos creen que no hay nada más allá y se aferran a la vida como último escalón antes de la nada, pero si no existen escalones ni manos con las que aferrarse… ¿para qué hacerlo? Nadie sabe la verdad, por muy doctos que se crean, pero un grupo de moléculas no tienen que tener un mayor conocimiento de la verdad que otro. De hecho, ni siquiera existen las moléculas para que esto ocurra.

Apatía, incredulidad y tranquilidad, todo se reduce a eso ¿para qué más? No podemos hacer nada porque no existimos, ni sufrimos ni vivimos, sólo parece que estamos, pero no es así.

Rezo a Nietzsche cada noche, esperando que escuche mis palabras desde lo alto, allí donde él quería. Y los sueños son sólo pedazos de energía que desgajan el universo haciéndolo débil por un instante, pero no lo suficiente.

lunes, mayo 12, 2008

A vosotros

Hoy quiero dedicar las próximas líneas a todas aquellas personas que han cruzado mi vida y que, por desgracia, no volveré a ver jamás. Quisiera pensar que esto no es así, que algún día puede que, al girar una esquina encuentre alguno de ellos y que nos pondríamos al día como si no hubiera pasado un solo día desde que desaparecimos de la vida del otro… pero eso no es así. Incluso aunque ocurriera, las cosas no serían iguales, y no porque en su momento no tuviéramos “eso” que se debe tener, sino porque hace mucho tiempo, han pasado muchas cosas, muchos momentos, hemos cambiado. Estoy seguro que esto no ocurriría con algunas personas que ahora mismo tengo en mente y que no estarán hoy aquí, precisamente, porque creo que pase lo que pase y el tiempo que nos distancie, todo seguirá igual, y eso me alegra cada día más.

Puede que esa impotencia a que todo siga igual sea culpa de la edad, de las vivencias o que, simplemente, ya haya pasado el momento pero, aún así, siempre tendrán un hueco dentro de mí.

Hoy quisiera hablaros de Pedro, una de las personas más buenas, nobles y simpáticas que seguro me cruzaré. Es cierto que 10 años son pocos para saber cómo es una persona en su madurez, pero estoy seguro que seguirá siendo exactamente la bella persona que fue, que tuve el honor de conocer y que recordaré con una gran sonrisa.

También me gustaría que conocierais a Inma, una niña algo loca y con una ternura que supera en mucho a algunas que he visto mucho más tarde. No era la persona más buena del mundo, quizás tampoco era simpática con todos, pero a mí me abrió su corazón desde el primer momento, mostrándome todo lo bueno que tiene la vida por ofrecernos. No fueron pocos los ratos que pasábamos charlando cosas impropias de niños de tan corta edad, y eso me enorgullece, aún cuando los demás la consideraran “rara” por no comprender aquello que no sabía explicar a los demás, y que yo entendía a la perfección.

Por supuesto está Alicia, que me enseñó humildad cuando aún no sabía que podía tenerla. Fueron las primeras lecciones importantes que aprendí en la vida, sobre todo aquella conversación en el sofá que me abrió los ojos a un mundo mucho más amplio de lo que hubiera soñado.

Me gustaría presentaros a Raúl y su loca sabiduría de la vida. Él me enseñó a ver la vida con ojos relativos: no hay nada blanco ni negro, hay muchos grises, nada es bueno o malo, sino que somos las personas las que tachamos las vivencias de una u otra forma.

No son pocos los días que recuerdo a Mario, una de las personas más sensatas que he conocido. Una noche, como tantas otras, dimos un paseo. No tuvo nada especial, ni siquiera se puede decir que hablásemos nada trascendental, pero lo que sí puedo decir de ese día es que aprendí mucho de la vida gracias a sus palabras.

Raquel siempre me mostró el lado malo de las personas, y cómo aún así debíamos ver lo bueno que había en ellas. Quizás quise ver más de lo que mostraba, pero es cierto que aquello que me enseñó, debo agradecérselo a ella, desde el día que decidimos dar esa vuelta hasta el momento en que nos dijimos adiós. Sé que algún día me la encontraré y nos abrazaremos como si nada hubiera pasado. En realidad no ocurrió nada, pero sé que ni ella ni yo descolgaremos para saber del otro, sabemos que nos va bien, siempre lo hemos sabido. Me gustaría tomar algún día ese café.

Silvia me enseñó la cara oculta de la vida. No era mala persona, sólo un pez fuera del agua, aun cuando cualquier otro pudiera pensar otra cosa completamente diferente. Ese verano me enseñó la vida desde un cristal de un color que nunca había imaginado. Todo era de película, emocionante, vivo, cambiante. Nunca le di las gracias por aquellos momentos, y hoy me arrepiento de ello.

Hay muchas otras personas: Ana, Sonia, Carlos, Borja, Jose, Francisco… Unas son importantes, otras no tanto, pero todas me han enseñado algo en la vida. Sé que hay otras muchas que han hecho mucho más que eso, pero hoy quiero robarles un poco de papel a los protagonistas para dejárselos a todos aquellos que, un día u otro lo merecieron.

Por eso sólo puedo decir gracias, muchas gracias por enseñarme, por estar ahí, por ser unos pilares mucho más grandes de lo que creéis. Gracias.

domingo, mayo 11, 2008


Tenías razón. Esta vez no tengo dudas, la culpa es mía. Ahora comprendo que el camino que decidimos es el mejor, no hay otro camino, sin réplicas, sin súplicas, sin correcciones. Y me siento bien: bien porque estás bien, porque no debo tener miedo, porque es mejor así, porque no debemos arrepentirnos de nuestros errores, tan sólo aprender de ellos. Vi la libertad en tus ojos y eso me ayudó a comprender que debo verla en los míos, y hoy la he visto. Me alegro de todo lo bueno y malo, sin excepciones ni lamentos. Todo irá bien para los dos, y los cuentos podrán sonar en el corazón como lo hicieron un día para cada uno. Espero que el tuyo llegue pronto, tengo preparada una sonrisa para entonces, pero mientras eso ocurre, agarra la vida y no la sueltes, siempre supiste cómo hacerlo, y también me dijiste cómo lo hacías. Gracias, sólo puedo decir gracias.

martes, mayo 06, 2008

Sobre nubes, almohadas y castillos de arena


Todo fue diferente, tendría que serlo. Al cerrar la puerta de madera me invadió un sentimiento de vacío como pocas veces había sentido; era la impaciencia por contestar a la vida. Por un segundo, todo el universo se centraba en una mirada, una mirada que no existe, una mirada que sueño y pienso cada minuto, una mirada viva y cómplice.

Como tantas otras veces, sólo el espacio para rozar su aliento nos separaba, y era tan grande el abismo que el vértigo me ahogaba hasta apretar con sus manos mi garganta.

  • ¿Cómo estás? Te siento muerto.
  • Ahora mucho mejor, no te preocupes por mí.
  • Cómo quieres que no lo haga? ¡Todavía tienes sangre en las manos!
  • No me mires, no lo hagas, no quiero volver.
  • Ahora vuelvo, no te vayas, no borres la sonrisa de tu memoria.
  • Adiós.

Subir y bajar a rastras en un alambre que atraviesa mi pecho, cada noche más hundido en la almohada, abrazándote, sintiéndote más cerca, como si nada hubiera ocurrido. Otra vez vuelven a hacer efecto las pastillas, he despertado. Y todo es mucho más triste que los sueños. Ya no los controlo como antes. Estaba a gusto siempre que quería, y ya parece que tampoco ahí puedo hacer nada por vivir. Probé a vivir soñando, descansando del sueño por el día y olvidando todo durante la noche, pero nada es eterno, ni siquiera la locura.