Ayer
Hoy sentí aflojar unas cadenas que ahogaban. Lejos están de desprenderse, pero me he enseñado una lección mucho más importante que la de ningún maestro: sentirse en paz con uno mismo. Quizás lo esperaba... ¿quién sabe? Lo único real es que me he dado una tregua desde hace muchos años, quee tengo ganas de vivir y que lo que importa se encuentra tan dentro de mí como ahí fuera. Voy a dejar de explorar para convertirme en contemplador de la belleza de las pequeñas e insignificantes cosas, unas descubieertas, algunas intuidas y otras ni siquiera imaginadas. Por supuesto, sigo siendo gato, pero guardaré las garras porque hacen daño al caminar.