Cursor by www.Soup-Faerie.Com Crónicas de una hoguera: agosto 2007

Crónicas de una hoguera

martes, agosto 14, 2007

A ritmo de rock


Una leve canción resuena estridente en mi cabeza. No necesito agarrarme, el abismo no está, tan sólo mi avaricia. Cuando nada vale nada todo pierde su sentido, como si de una tumba abierta se rieran cuervos a su alrededor. Ahora sí que es difícil empezar a cosntruir la casa por el tejado. Lo demás no se oye, sólo un rumor conocido del uno al otro confín mientras las calaveras rojas esperan una carta de un bar perdido en la memoria en una ciudad que nunca existió. La primavera ha muerto, y la ilusión olvida la luna a cada momento, como una burbuja de cristal en la que poder gritar con una guitarra oxidada por la lluvia.

lunes, agosto 06, 2007

Navidad estival




El frío ha llegado a la ciudad. El viento sacude los árboles como si fueran de papel, engulliendo la tranquilidad del verano a su paso, y decenas de gotas de lluvia golpean el asfalto, todavía caliente. Nada parece igual, todo está más quieto y siniestro... hasta las sonrisas parecen esconder una mirada de tristeza en su interior. Es Navidad, cada cual tien su regalo. Para unos es el saberse superiores, para otros el incómodo silencio de la noche. Más allá, unos pocos desenvuelven un poco de risa embotellada, quizás un perfume de locura absurda. Nadie escapa, todos tienen lo que desean o, simplemente, lo que jamás creerían que podían llegar a tener. La dignidad sigue condiciándose como uno de los mejores, casi no existe ninguna cara de sorpresa descubriendo un poco en el fondo del envoltorio. La desilusión mezclada de esperanza, sin embargo, está a la orden del día... se pueden ver muchos papeles en la basura que aún conservan ese inconfundible olor a victoria amarga que despide esa fórmula magistral que algún alquimista loco destiló alguna solitaria noche en su cabaña del bosque.




Regalos y más regalos van llenando mesas y camas con la ilusión en la cara de sus dueños, como si desear algo sirviera para cambiar lo que se encuentra en los paquetes que esperan estremeciéndose dentro de su prisión hecha con colores vivos y lazos pomposos. Ahí, sobre mi cama, todavía yacen algunos paquetes sin abrir, luchando por invadir cada partícula de mi cuerpo y, a pesar de ello, sigo petrificado mirándolos con temor porque sé que no existe la Navidad en verano.