Cursor by www.Soup-Faerie.Com Crónicas de una hoguera: febrero 2008

Crónicas de una hoguera

lunes, febrero 25, 2008

Tarta de sueños



Ingredientes:

- Tres orejas de caracol
- lengua de un murciélago sin plumas
- medio kilo de aire de la fosa de las Marianas
- un puñado de flor de grama
- doce granos y medio de arena azul
- sal de miel
- agua lunar


Majar las orejas, la lengua y las flores en un colador hasta que quede todo como una cáscara de naranja alrededor del colador, formando media bola de un color rojo parduzco con motas verdes. Añadimos tres espinas de cerdo muy troceadas (que habremos asado en hielo la noche anterior) y dejamos que se oree al relente del mediodía.

Por la tarde, la masa estará lista para ser trabajada. Despegamos la pátina del colador y la disponemos sobre una superficie plana. Con el rodillo extendemos todo, a fin de ablandar la mezcla. Con un par de segundos bastará.

En una olla echamos el resto de ingredientes, teniendo cuidado de no añadir más de media pinta de agua lunar para no darle demasiado sabor. Lo dejamos hacer a fuego lento, removiendo de vez en cuando para que no se nos pegue a las paredes. Estará listo cuando veamos asomar el aire por encima del agua.

Recogemos con una lengua y lo echamos en el molde donde habremos colocado la base. Lo metemos al horno a unos 1400º y lo dejamos tres días y 27 minutos. Luego lo dejamos enfriar en el frigorífico durante 3 minutos.

A la hora de servir, se puede cortar en cuñas. Una buena presentación se consigue con un poco de sal de miel por encima, aunque no es necesario.

Confesiones tras una noche demasiado larga


¿Y todavía tienes el descaro de mirarme? Ayer todo era diferente, no había niños ni perros al calor de la chimenea, el sentido de la vida era mucho más maravilloso y cada mañana era una nueva aventura, aunque fuera de cartón piedra. ¿Sientes cómo te ha ido absorbiendo? Yo sí, por eso quiero mostrarte tu futuro. Ahí, mira ahí, es fácil. Ahí tienes lo que andas buscando, ya te darás cuenta de que está, no tengas prisa. Por ahora, confórmate con sentir el aire en tu cara cada mañana, pronto dejarás de hacerlo.

¿Quieres que sea rápido? Pues será lento, pausado, casi parado, lo mismo una y otra vez. Eso es lo que te espera, ¿te gusta? Sí que estás preparado, siempre lo estuviste aunque creyeses que no era así. Mírate, parece que quisieras sonreír, pero no puedes, no recuerdas cómo era, ¿verdad? Tú eres el que decides, eso crees.

El submundo te espera, quieto, casi inerte, esperando que una sombra te arrastre el fondo, allí donde debes estar. Serás bienvenido, no te preocupes, sólo relájate y disfruta, será lo único que te quede.

miércoles, febrero 13, 2008

Palabras desgarradas de una hoja

En un lugar de la mesa de cuyo cajón no logro acordarme, no ha muchos días que metí una libreta de las de anillas en un lado, tapas duras, dos rayitas para escribir y dibujo molón. Unas letras de algo más de moro que cristiano, mudéjar las más veces, letras raras los sábados, rayones los viernes, algún borrón de añadidura los domingos, formaban parte de su relato. El resto della cajonera concluían pañuelos de mocos, calzoncillos rojos de Fin de año, zapatos de lo mesmo, y los días de las semana una camisita de lo más mona. Tenía en mi cuarto un sillón que pasaba de los 40 kilos, y una silla que no llegaba a los veinte, y un banquillo de esos para el campo y la casa que utilizaba para reposar las posaderas. Rozaba la edad de la libreta los cincuenta años. Y allí estaba escrita la historia de Rigoberto:

Rigoberto era chiquitito, con más pelo que vergüenza, tan duro de piel, que se diría todo de piedra, que no llevaba huesos sino cantos rodados. Sólo los pelos de carbón de sus axilas eran tan duros cual dos rastas de pelo negro. Pero eso fue ayer…

Ayer... ¡triste día el de ayer!...Antes del anochecer, con mi espada de caballero iba yo con mi escudero por el parque al atardecer, cuando cerca de la cerca que pone fin a la alberca de los límites de Badajoz, me llamó en alto un señor, un señor con voz muy seca. Hice en seco una parada, volví el culo para girar al otro lado mi cara, y la voz era de una monada, tan guapa que me la comía adobada, allí, de pie frente a la higuera…